¡Tú eres mi Amor!
Cuando ya yo no exista, y tu cabeza blanca
ostente la belleza de la azucena en flor,
a quien quiera escucharte, si no lo sabe, dile:
yo fui su amor
Repítelo sin tregua, muéstrale estas palabras,
que no las dicta el Arte, sino mi corazón.
Mírate en el espejo de nuestra propia vida,
Y repite, repite:
yo fui su amor
Y cuando te pregunten: ¿Por qué si su amor eras,
no los tuvo la vida juntos siempre a los dos?
-Porque la vida es mala, y él era bueno-diles:
¡pero yo fui su amor!
Y si en algún momento amigos generosos
solícitos exponen mi pensamiento al sol,
grítales sin palabras a los que me recuerden:
yo fui su amor.
Que al verte viejecita, pero radiante y bella,
todos dirán guardando respeto a tu dolor:
¿Qué extraño es que haya sido el amor de un poeta
si ella es todo el amor?
Pero si no te creen…si el mundo mal te juzga,
inicia hacia el misterio la astral evocación,
que yo vendré a tu lado, y te diré en un beso:
¡Tú eres mi amor!
Agustín Acosta Bello – Poeta Nacional de Cuba
(De su libro de poemas de amor: "Lejanía"©,
dedicado a su amor eterno Consuelo Díaz Carrasco de Acosta)
1 comentario:
Sarita:
Acabo de leer este hermoso poema de Agustín Acosta. Y he sentido, triste como estoy, la gran tristeza de esa incomprensible separación.
Me gusta mucho el final. Porque ese final, tan amable y considerado hacia la amada (y hacia todos los lectores que deseamos encontrarnos, en los vastos y profundos interiores de un poema, con la dicha de un final feliz), te deja con la esperanza de una merecida y emocionante reunión (¡qué lindo es pensar en ello!) en los tranquilos universos de un Paraíso Celestial.
Sí, Sarita, sería hermoso que Agustín y Consuelo, esas dos criaturas que tanto se amaron, que tanto compartieron, que tan bien se conocieron, estén juntos y felices otra vez.
¡Que sigas bien!
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