sábado, 20 de junio de 2009

CUBA - "LA PILDORA AMARGA"

“Quien no conoce su historia no sabe de dónde viene ni adónde va”
Ricardo Lavene
Buenos Aires, 1885-1959 - Historiador y jurista argentino.

Para comprender el diferendo entre Cuba y Estados Unidos en el presente, no hay nada más simple que repasar la historia. Esta interminable pesadilla entre los dos países en la que nadie puede vislumbrar su fin la venimos acarreando hace más de un siglo. Es un “nudo gordiano” imposible de desatar, aunque el mismo Alejandro Magno aparezca con su espada en mano para cortarlo.

La ubicación geográfica de Cuba la tiene condenada por vida a sufrir un destino incierto y un perenne martirio, obligándola a inmolarse para conseguir su independencia y soberanía, la cual nos la vienen negando sin tregua por demasiado largos años.

Durante varios siglos, Cuba significó un punto estratégico para España por sus características de ciudad portuaria y su privilegiada ubicación geográfica a la entrada del Golfo de México, lo cual le otorgó un lugar de peso en el intercambio comercial y las comunicaciones entre el Viejo y el Nuevo Mundo bajo la denominación de "La Llave del Golfo".

Tal parece que la posición geográfica de Cuba es en sí una maldición y por ende haya sido merecedora de un perpetuo castigo y siempre vista como la manzana de la discordia y la isla más codiciada en este continente por todos los imperios del pasado y el presente; impidiéndole alcanzar su propio destino y realizarse al fin como nación independiente y soberana. Es como si Cuba estuviese destinada a permanecer suspendida en el tiempo para propiciar que se hunda en el mar hasta hacerla desaparecer del mapa.

¡Irónico, “La Llave del Golfo”, la que todos quieren poseer pero que no se le permite que ella abra sus propias puertas!

Mi pobre Cuba, la “píldora amarga” se la ha tenido siempre que tragar por más de un siglo, después de tanto sufrimiento y luchas por obtener su independencia y soberanía nacional y haber dado a luz tantos hijos sin tacha ni reproches quienes tanto la amaron y dieron su vidas por ella.

En esa Cuba nació nuestro José Martí, el más insigne e universal de todos lo cubanos, quien me atrevo a decir “de toda nuestra America Hispana”. Vivió dedicado a la independencia de su Patria y la del resto de nuestras naciones, anteponiendo sus ideales patrios y el de la humanidad antes que su propio bienestar. Sufriendo pobreza, su razón de existir fue para educarnos, prevenirnos y alertarnos de los males que se avecinaban y que él, hombre de un pensamiento tan diáfano lo veía todo muy claro. Él, como ninguno, vislumbró el peligro que nos acechaba y murió luchando por evitarlo. Quizás estos hombres buenos están destinados a morir a temprana edad porque cuando los malos se percatan de ello el único recurso es aniquilarlos. Si nos contempla desde lo infinito, su pena debe ser inmensa.

No puede quedar ya ninguna duda que la muerte de José Martí y hasta la del General Antonio Maceo y Grajales no fue accidental ni un suicidio de parte del propio Marti. Hay que ser muy ingenuo para no darse cuenta que fue eliminado por un plan bien trazado de antemano, hecho que hace mucho tiempo los historiadores de peso han dado a la luz con muy pocas reservas. No se puede seguir pisoteando el honor y la grandeza de aquellos hombres por encubrir aquellos que no lo merecen.

Demasiado triste el que ese gran hombre, Martí, tan único y de grandes y innumerables dotes como pocos han existido tuviera que morir en el preciso momento histórico en que nuestra nación estaba a punto de lograr su independencia de España después de tanta sangre derramada por sus próceres y todos aquellos cubanos criollos, hombres humildes pero de bien quienes pelearon todos juntos: blancos, pardos y morenos quienes constituyeron el glorioso ejército libertador, el “Ejercito Mambí”.

No podemos olvidar a aquellos hombres, que después de grandes luchas y batallas cruentas ya tenían prácticamente la guerra ganada porque la Madre Patria estaba arruinada y deshecha en mil pedazos después de haber invertido las vidas de tantos de sus hijos y hasta su última peseta causándole un trauma al no poder resignarse a perder “la siempre fiel Isla de Cuba”, su posesión más preciada.

Y que conste y quede claro, Cuba fue la única colonia de la Corona de España, que tras culminar la guerra, no quedó un sólo rastro de odios, rencillas ni resquemores en el corazón de los cubanos o criollos nacidos en la Isla, ya que nunca dejaron de reconocer que de ellos proviene nuestro acervo, cultura, religión y costumbres. Nuestros antepasados eran españoles, nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos. Nos sentimos aun muy ligados a la Madre Patria y honrados de ser sus hijos por herencia, recordando sus virtudes y olvidando sus defectos.

¡No, no importa cuántos y cuáles presidentes norteamericanos hayan estado y estén de turno. Es siempre lo mismo. Si no se condiciona a Cuba a que tenga que hacer lo que el gobierno norteamericano exige, Cuba tiene que seguir viviendo con la “Espada de Damocles” encima.

¿Será pura ignorancia o que el gobierno norteamericano no acaba de comprender nuestra historia y el pensamiento de sus hijos ilustres quienes como los suyos y sus padres fundadores iluminaron el camino para alcanzar su propia independencia de la Corona Británica?

¿Es que no respetan la memoria de nuestros propios próceres y sus sacrificios como también los suyos lo hicieron para crear esa gran nación la cual el propio Martí conoció a fondo dejando plasmado su admiración en innumerables de sus escritos, señalando tanto sus virtudes como defectos con sencillez y pureza de espíritu y respetando la gradeza de sus próceres?

Para los cubanos como yo que amamos a nuestra Patria, esta píldora nos resulta demasiado amarga con el trascurrir de los años y cuando al indagar profundamente en nuestra historia descubrimos la verdad que muchos tratan de encubrir. Como dice el refrán: “el remedio es peor que la enfermedad”, porque lo único que se ha logrado con esa “píldora amarga” es recrudecer e intensificar el sufrimiento del pueblo de Cuba.

Como dijo José Martí, “nuestro vino es agrio pero es nuestro vino”. No le corresponde a ningún país extranjero y mucho más porque su herencia es diametralmente ajena a nuestra cultura el seguir pretendiendo dictarnos e imponernos condiciones, así como el obligarnos a seguir tragándonos esa “píldora amarga” que no es más que conveniencia, afán de poderío, arrogancia y obstinación en entorpecer nuestro propio destino para lograr sus propios egoístas fines.

No, no puedo quedarme callada y dejar de expresar lo que me hace sufrir por demasiado largos años de mi existencia. Es demasiado duro el continuar saboreando esta “píldora amarga” sin que se me quede atragantada; no sólo en mi garganta sino lo peor de todo: el efecto que me provoca y afecta mi corazón y alma entristecida llenándolo de aflicción, disgusto, frustración y pena.

Nunca podré dejar de sentirme orgullosa de haber nacido en mi amada islita y no sufrir por ella. Mi bandera, la de la estrella solitaria, será siempre la única en mi corazón y así como la única que quiero ver siempre ondeando sobre Cuba.

¿Quién puede olvidar las “Décimas a la Bandera Cubana” del Poeta Nacional de Cuba, quien le cantó a Cuba más que ningún otro, dejando plasmado su más profundo sentir en estos versos que nos inspiran a amar nuestra Patria: A esa quien nos vió nacer y a la que jamás podremos olvidar, serle infiel y dejar de sufrir por ella cuando se le enfrentan y la martirizan?

Gallarda, hermosa, triunfal,
Tras de múltiples afrentas,
De la patria representas
El romántico ideal...!
Cuando agitas tu cendal
Sueño eterno de Martí,
Tal emoción siento en mí,
Que indago al celeste velo
Si en ti se prolonga el cielo
O el cielo surge de ti...!

En mis próximas entradas trataré de desglosar ciertos acontecimientos históricos para mejor comprensión del lector y así esclarecer lo que quizás sea confuso por falta de datos históricos. Tarea muy difícil porque me hace sufrir.

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