Hermoso el Ave María. Hermosa la casa grande con los techos nevados, los paisajes blancos, la mar azul, el horizonte largo y amarillo que se va perdiendo poquito a poco en la distancia, el sol blanco hundido en las rojas inmensidades de ese cielo que no conozco pero que de algún modo he visto en otras tardes o en otros sueños musicales de mi vida, la familia de palmeras, el tobogán de arena lleno de huellas de pies descalzos, el Cristo abrazando al mundo para siempre en las alturas, el lento crepúsculo de la tarde en la pradera desolada, la mujer en el cielo.
Me alegra que te haya gustado escuchar el Ave María cantado por es maravillosa voz de mujer y contemplar las imagines que van recorriendo el mundo por cada continente, recordándonos que la presencia y bendición de Dios esta presente en cada lugar de nuestro planeta y para todos por igual.
La Madre Naturaleza en todo su esplendor y belleza refleja la armonía y perfecto orden en que fue creada por Dios. Ella misma nos hace sentir Su infinita presencia, así como recordarnos que nuestra propia existencia está en constante renovación.
Por cada anochecer en nuestros días siempre habrá un nuevo amanecer. Sólo tenemos que abrir las cortinas para que la luz entre por nuestra ventana cada mañana.
2 comentarios:
Sarita:
Hermoso el Ave María. Hermosa la casa grande con los techos nevados, los paisajes blancos, la mar azul, el horizonte largo y amarillo que se va perdiendo poquito a poco en la distancia, el sol blanco hundido en las rojas inmensidades de ese cielo que no conozco pero que de algún modo he visto en otras tardes o en otros sueños musicales de mi vida, la familia de palmeras, el tobogán de arena lleno de huellas de pies descalzos, el Cristo abrazando al mundo para siempre en las alturas, el lento crepúsculo de la tarde en la pradera desolada, la mujer en el cielo.
¡Un abrazo! :)
Carlos Alberto:
Me alegra que te haya gustado escuchar el Ave María cantado por es maravillosa voz de mujer y contemplar las imagines que van recorriendo el mundo por cada continente, recordándonos que la presencia y bendición de Dios esta presente en cada lugar de nuestro planeta y para todos por igual.
La Madre Naturaleza en todo su esplendor y belleza refleja la armonía y perfecto orden en que fue creada por Dios. Ella misma nos hace sentir Su infinita presencia, así como recordarnos que nuestra propia existencia está en constante renovación.
Por cada anochecer en nuestros días siempre habrá un nuevo amanecer. Sólo tenemos que abrir las cortinas para que la luz entre por nuestra ventana cada mañana.
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